La actividad física suficiente es importante en el tratamiento de enfermedades crónicas por mejorar: el sistema muscular y cardiorrespiratorio, la salud ósea, aumentar la fuerza y controlar el peso corporal.
Su práctica controlada disminuye el número de muertes asociadas a enfermedades cardiovasculares y puede reducir el riesgo de padecer cáncer hasta un 40-50% (Hardman, 2001).
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