La conducta alimentaria es un proceso dinámico y cíclico, donde los hábitos y conductas alimentarias de los padres influyen en el desarrollo de conductas alimentarias propias de los hijos, lo que puede afectar el estado de nutrición del niño (González, Aguilar, et al 2012). Sin embargo, cada persona es responsable de mejorar su estilo de vida y modificar hábitos negativos cuando son adultos.